domingo, abril 05, 2009

La Mujer Araña
















La mujer araña

La mujer araña arrastra desde el útero una introspección altiva: daba patadas lentas y, al mismo tiempo, observaba atenta el movimiento de su pie. La mujer araña tiene la cintura estrecha y sus pechos son redondos. La mujer araña usa abrigos entallados de dorados botones en invierno y lleva el pelo suelto en verano. La mujer araña, consciente de todo aquello que su lánguida figura promete, frustrada porque han quedado atrás los años veinte, aprieta los labios cuando deja su vaso de vino en la mesa, mira a su alrededor y se lamenta. La mujer araña colecciona amistades ridículas y conmovedoras cuyos rostros cuelgan solemnes en blanco y negro sobre su ventana. La mujer araña conforma una esencia sensual, su piel es gélida, sus entrañas calientes. La mujer araña compra antigüedades y escucha música francesa; en el cine, se revuelve rencorosa en la butaca, removiendo la envidia que engendró años atrás con tierno sadismo. La mujer araña se diferencia del resto de las mujeres en su manera de caminar, su expresión y sus zapatos. La mujer araña se contonea con discreción, es seria por defecto y sus zapatos parpadean. La mujer araña, en su autoconciencia de romántica tejedora, se pasea orgullosa sobre la tela espesa y gris que la sostiene. La mujer araña duerme toda la mañana y se despereza según avanza la tarde. La mujer araña abandona su refugio durante la noche y se alimenta de pequeñas mariposas.