Robótica Irónica
Hace unas décadas un equipo de investigación de la universidad Ningen Sogo Kagaku Daigaku, en el que cinco brillantes miembros derrochaban sudor y genialidad a partes iguales, se reunía en un Mc Donald´s de Hamura-machi, en la zona F de Tokio. Sobre la mesa de aluminio, entre las bandejas marrones, podían verse bocetos de algún extraño diseño, planos arrugados y numerosos post-it rosa. Esta sería la piedra de toque de una pequeña pieza salvavidas: el tapón con seguro para flotadores, manguitos y colchonetas. Este fue el primero de una larga lista de inventos igualmente burbujeantes...
Durante el transcurso del pasado año, los herederos intelectuales de aquel grupo iluminado nos sorprendieron con una creación potencialmente ambiciosa: el robot Sokal. El equipo, liderado por el doctor Fumitaka Ogishima, experto en Robótica Irónica y Cibernética Dadaísta, presentó al retoño en público en la Feria Internacional de Sapporo. Sokal se convertía así en el primer robot en la historia que no hace nada.
El robot Sokal no se desplaza, no pica perejil, no emite sonidos, no molesta al vecino del 5ºB, no se cae, no se da cuenta de lo que acontece a su alrededor, etc. Son prácticamente infinitas las acciones que Sokal no ejecuta, y esto demuestra el valor de un diseño que Fumitaka califica de "ecológico, económico y deliciosamente simple". En sus 8x8x8 centímetros, Sokal no esconde sorpresas: es un cubo de acero galvanizado, sin cables, ni chips, ni componentes electrónicos, ni nada.
Sokal fue diseñado según principios taoistas, (como el wu-wei), por tanto el entrañable robot es totalmente inofensivo, a menos, claro está, que algún desaprensivo lo utilice con crueles fines...
Por ahora, Sokal puede usarse como pisapapeles, mascota, bebedero de chinchillas o como elemento decorativo, pero se están barajando aplicaciones más jugosas, como por ejemplo, la de sujeta-hojas.
La sepiaencebollada, agradecida y emocionada, entrevistó al doctor Ogishima una anaranjada tarde de octubre en el departamento de Biología Molecular de la ucm; le preguntamos sobre la motivación que le animó a diseñar al robot y nos contestó, contundentemente, que "ya está bien de robots que intentan hacer cosas; lo verdaderamente humano es no hacer nada". Sepia y yo asentimos complacidas. La entrevista fue todo un éxito, sin embargo, no podíamos despedirnos sin preguntar una última cosa: ¿por qué había bautizado con el nombre de "Sokal" a su robot? Ogishima no respondió, se levantó, nos dio la mano y segundos después la espalda, y se dirigió hacia la puerta emitiendo un desconcertante ruidito por la nariz, posteriormente descubriríamos que se trataba de una risilla burlona...
la cebolla nocturna, por la tarde